lunes, 26 de agosto de 2013

Hacer de la crisis oportunidad (o espectáculo)

Me había impuesto la tarea, dura, de ver el primer programa de “Entre todos”. No defrauda: sus señas de identidad son el peor estilo, el morbo y la caridad disfrazada de solidaridad.

Que una cadena de televisión emita programas de dudoso gusto y calidad mediocre no es novedoso, pero que la televisión estatal produzca este programa es ¿indignante? ¿inadmisible? Podrían ser muchos los calificativos. A mí me parece, simplemente, grave.

Una cadena pública, es decir, del Estado, es decir, de todos los españoles, no puede convertir en espectáculo la desgracia de los ciudadanos. Y mucho menos cuando esta desgracia no es fruto de una catástrofe natural sino de la gestión económica de sucesivos gobiernos, por acción o por omisión. Pero el análisis de la crisis económica no es el objetivo de este post.

Tampoco la bonhomía de los ciudadanos debería ser espectáculo. No al menos en este contexto.

“… para dar de comer a sus hijos…”, “…todos tenemos derecho a trabajar…”, “… gente que no está acostumbrada a pedir pa comer…” son algunas expresiones que hemos escuchado a la presentadora.

En el programa de hoy se “ha conseguido” financiación para emprendedores. Se ha conseguido trabajo y se ha conseguido una silla ortopédica.

La financiación es responsabilidad de los bancos (rescatados con dinero público). El trabajo es un derecho constitucional y existen servicios públicos de empleo. Y una silla ortopédica o una ayuda para su adquisición es un problema de bienestar social o de salud pública.

Las donaciones proceden en su mayor parte, si no en su totalidad, de personas de clase media con mayor o menor poder adquisitivo. Las mismas personas que aportan la mayor parte de la recaudación fiscal española son quienes, bienintencionadas, emocionadas por el tono sensiblero y morboso, además de casi circense, de la presentadora (o del guionista) realizan sus aportaciones para cubrir responsabilidades del Estado y, por delegación, del Gobierno. El mismo Gobierno que regenta esta cadena de televisión. (Mientras, las exportaciones aumentan, el consumo de bienes de lujo aumenta y las grandes fortunas, también… suma y sigue).

Y me queda una duda: la selección.

¿Se seleccionan las personas con mayor espíritu emprendedor, con la mejor idea de negocio? ¿Las más necesitadas? ¿O las que mejor juego televisivo pueden dar?

En cualquier caso, aclaro: ni critico a quienes acuden al programa ni a quienes donan. Todo lo contrario, vayan mis mejores deseos de éxito para ellos. Para ellos y para todos los que están en situaciones similares.

Hacía tiempo que la televisión estatal no ofrecía un espectáculo tan lamentable y tan reprobable desde la ética política.

Finalizo con la palabra que también podía haber sido el título de este post: vergüenza.

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