viernes, 23 de agosto de 2013

Lo que es en sede

Escuchaba ayer un boletín de noticias en la radio: “… debe declarar en sede judicial”. La sospecha se confirma. Desde hace algún tiempo vengo escuchando el interés que algunos políticos tienen porque otros, del partido contrario, comparezcan en “sede parlamentaria”. La noticia que cito al principio y que habla de “sede judicial” confirma mi temor: estamos ante una nueva expresión de moda.

Qué ganas de complicar lo sencillo.

¿No será más importante la institución o la persona o personas ante las que hay que declarar o comparecer?

¿No será más sencillo (y con mayor significado) hablar de “comparecer ante el Parlamento” o “en el Parlamento”; “declarar ante el Juez” o “en el juzgado”?

A uno,  que peca de simplón, la sede le importa más bien poco, sin embargo el señor juez sí que le impone respeto. Y qué decir del Parlamento… el hemiciclo repleto de sus señorías, es decir, el Parlamento como institución sí que impone ¿no?... pero la sede… en la sede están los pasillos, el bar, incluso los aseos (aunque a veces haya más señorías en estos lugares que en el hemiciclo, pero eso es otro asunto).

Y para redondear la faena, nos comemos el artículo. No, "en la sede...", no: "en sede" queda más in.

Probablemente el inventor de la expresión y los que, posteriormente y para no ser menos, han decidido utilizarla no se hayan planteado los vericuetos semánticos en los que hoy me ha dado por perderme. Probablemente no se hayan planteado que es más importante la institución que el local donde se ubica. Probablemente ante la falta de contenido o de novedad, el inventor ha buscado una floritura con la que adornar su reiterativo e insulso discurso o tal vez, simplemente, ha pretendido ser original. Tras él, la prensa. La prensa siempre dispuesta a mimetizarse con todo tipo de jergas profesionales en lugar de ser traductora de las mismas y aportar claridad y corrección lingüística al mensaje. Y así se acuña la nueva expresión. Así ha sucedido con muchas.

Una lengua es algo vivo, evoluciona y no se trata de cerrarse a nuevos términos. Pero de ahí a propiciar y colaborar en el uso de expresiones que, en lugar de aportar, enmarañan, va lo que es un trecho. Porque si se han dado cuenta, ya no hay trechos: hay lo que son trechos.

Un buen amigo me decía: “las cosas ya no son, ahora, las cosas son lo que son”. Y no es un trabalenguas. Desde hace algunos años se ha implantado de forma indiscriminada el uso de “lo que es”: un circunloquio que solo aporta complejidad al mensaje. Con poco que prestemos atención escucharemos infinidad de “lo que es”: “llegaron a lo que es la estación”, “lo que es la ciudad está más limpia”. Con lo fácil que es decir “llegaron a la estación” y “la ciudad está más limpia”.

En fin… si algún día coincidimos les invitaré a tomar lo que es un café en sede familiar porque tomar un café en mi casa es muy vulgar ¿no?

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