martes, 29 de octubre de 2013

Un hombre nuevo

Algunos que me conocéis sabéis de mis pocas simpatías por aquel corresponsal de guerra -aquel si me resultaba simpático- que alcanzó la popularidad con Código Rojo, programa de sucesos con barniz de reality y morbo a raudales y que después se reconvirtió en escritor de éxito y columnista. No es extraño que la columna de Pérez Reverte tenga fieles seguidores, pues trasladar al papel lo que se comenta en los cafés con pluma ágil y en tono de ciudadano cabreado y, en ocasiones, con alguna que otra sonora grosería es sin duda una fórmula de éxito facilón. 

Pero tras esa suerte de populismo periodístico hay, a veces, un mensaje, quizá una ideología que se me antoja peligrosa.

La intervención de Pérez Reverte en el programa Salvados de La Sexta probablemente haya caído bien, verdades como puños, dirán algunos. Y es que el mensaje era directo, fácil de compartir y más en los tiempos que corren. Pero utilizando un símil de guerra naval, mundo en el que es tan versado el escritor, el mensaje creo yo que llevaba demasiadas cargas de profundidad, ocultas. Y si no es así, que me perdone la suspicacia. Si no es así, entonces es irresponsable, porque los personajes públicos con capacidad de influir y más aquellos a los que se les presume una vasta cultura tienen una responsabilidad.

Opina Reverte que "perdimos dos ocasiones de oro: en el Concilio de Trento y en la época de la Revolución Francesa", y en esta última "nos faltó lo que sí hubo en otros países, una guillotina". Demasiados años de corresponsal de guerra, D. Arturo.

Pero es otro el comentario que más me hace reflexionar:

"La parte positiva de esto es que si la crisis dura bastante para ser agónica, saldrá un hombre nuevo, pero hará falta una generación nueva, con niños educados de otra forma, en la austeridad...”

Y me pregunto:

¿Es preciso que los españoles lleguemos al límite -qué límite- para renacer como el ave Fénix?

¿Sólo desde la austeridad -forzosa- se puede educar? ¿Esa generación nueva incluye todos los estratos sociales? Porque no a todos los estratos llega su añorada austeridad.

¿Nos está indicando la austeridad como un estado ideal? Si es así ¿qué especie de neoascetismo propugna? Porque si negativa es la cultura del derroche no lo es menos la austeridad como objetivo vital.

Quizá, la respuesta a algunas de estas preguntas la encontremos en la primera parte de la entrevista:

"En otros tiempos, cuando las cosas iban mal, había ideologías que sostenían los ánimos. Ahora no hay líderes y la sociedad está indefensa. No hay una acción coordinada común ni una revolución que permita cambiar las cosas"…"vivimos en un mundo con demasiados mecanismos de anestesia".

La nostalgia es peligrosa y más cuando se convierte en melancolía.

Ideologías existen. El problema que el escritor parece encontrar es que no sean como las de otros tiempos, pero éstas surgieron en un determinado contexto y derramaron mucha sangre. Aunque si añora la guillotina, quizá no le suponga mucho problema.

Puedo compartir que la sociedad está haciendo gala de cierta pasividad y que durante este periodo ha faltado más respuesta social, pero de ahí a llamar a la revolución hay mucha distancia y, sobre todo, muchas formas de actuar.

Es posible que Pérez Reverte comparta algunas máximas que he escuchado en más de una ocasión: “la democracia atontece”, “el estado del bienestar embota, amansa” y entonces caiga en un círculo vicioso: revolución para prosperar y una vez alcanzada la prosperidad ¿vuelta al principio?

Personalmente sigo creyendo en el estado del bienestar y en la democracia. Y sigo creyendo que existen formas de vivir con justicia social sin necesidad de guillotina, sin necesidad de vivir en la austeridad forzada, tan sólo -y no es poco- es preciso honradez y política, entendiendo la política como la noble actividad mediante la cual una sociedad libre, compuesta por hombres libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva. Esos mecanismos de anestesia que cita el escritor y que, sin duda, son preocupantes -y existen- se combaten en las aulas: formación política e historia, mucha historia.

Como no todo han de ser críticas, algo comparto de lo expresado por Pérez Reverte en su entrevista, eso sí con matices.

“…la aristocracia actual es la clase política, es una casta con privilegios, intocable y que se protege a sí mismaLas élites económicas y políticas son los mismos”.

Hay una diferencia fundamental entre la aristocracia del pasado y la clase política: la primera era marcadamente endogámica, mientras que la clase –me resisto a denominarla clase- política actual no lo es. Tampoco creo que la élite económica y la política sean las mismas, sin embargo su vinculación, tan evidente, se ha mostrado y se está mostrando especialmente perniciosa para la práctica política independiente.

Esa independencia del poder político -emanado de las urnas- con respecto del poder económico es imprescindible para una práctica democrática “sana”. Porque probablemente si los gobiernos hubiesen cumplido sus obligaciones de estado, aquellas para las que están legitimados por el voto de los ciudadanos, no estaría escribiendo estas líneas.

Por último, pido perdón a los seguidores de D. Arturo, pero no puedo evitar que eso de un hombre nuevo nacido de la austeridad y que nos haya faltado la guillotina me suene… pongan ustedes el adjetivo que prefieran.

1 comentario:

  1. Sin duda noto como si hablarás desde la envidia por que no eres tu al que invitan a un programa a hablar... Ojala tuvieramos más Arturos en este pais y no personas que aprovechan cualquier cosa para hacer una crítica gratuita

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